Hemos tenido que aprender a convivir con ellas para protegernos y proteger a los demás. Pero para muchas personas puede desencadenar problemas dermatológicos, mayoritariamente a quienes presentan patologías cutáneas previas. Cuando hacemos uso de las mascarillas durante un tiempo prolongado, nuestra piel sufre por el roce continuo, la humedad creada por la falta de transpiración y la fricción con los elementos de sujeción como son la banda metálica ajustable y las tiras elásticas.

Lo recomendable es utilizar mascarillas quirúrgicas siempre que el riesgo de exposición al virus no sea alto, ya que al protegernos menos permiten oxigenar mejor la zona. Si nos vemos obligados a usar mascarillas que tengan mayor grado de oclusión sobre la piel, como las FFP2 o FFP3, lo ideal sería retirarla cada dos horas aproximadamente.

Principales problemas en la piel

  • Sequedad: el exceso de humedad retenida y la falta de ventilación favorecen que los poros se dilaten provocando la deshidratación de la piel. Notaremos que la piel pierde elasticidad además de escozor.
  • Rosácea: la ausencia de transpiración favorece la vasodilatación dando lugar al enrojecimiento intenso en las zonas de la boca y la nariz.
  • Acné: las pieles grasas son una de las más afectadas por la implantación del uso obligatorio de la mascarilla. La escasa oxigenación de la piel unida a la humedad provoca que los poros se dilaten aumentando la producción de sebo que dará lugar a brotes de acné.

¿Qué hacer para prevenir o tratar las consecuencias de la mascarilla sobre la piel?

Para evitar las posibles molestias por un uso continuado de la mascarilla es importante seguir una serie de recomendaciones básicas en el cuidado de la piel:

  1. Debemos lavarnos la cara antes de colocarla para eliminar las impurezas y el exceso de grasa.
  2. Es aconsejable usar protector solar o una crema que actúe como barrera protectora de la piel frente a la mascarilla.
  3. A ser posible, retirarla cada dos o tres horas en un lugar abierto y guardando la distancia de seguridad con otras personas si las hubiera.
  4. Elegir el grado de protección de la mascarilla de acuerdo a la actividad que vayamos a realizar. No será la misma si estamos al aire libre a si trabajamos en UCI.
  5. Cuidar la rutina de higiene facial. Dependiendo del tipo de piel adoptaremos medidas higiénicas que ayuden a su hidratación, que sean calmantes, o que limpien y eliminen el sebo de manera no agresiva.
  6. Evitar el uso de maquillajes en la zona cubierta por la mascarilla.

Podemos cuidar nuestra piel de una manera sencilla para minimizar las consecuencias del uso prolongado de las mascarillas en estos tiempos en que lo fundamental es proteger la salud de todos y todas.

Si te preocupan los efectos de las mascarillas en tu piel, puedes solicitar una consulta online con nuestro equipo de dermatología dándote de alta o iniciando sesión si ya tienes cuenta en nuestra plataforma de teleconsulta.